En los años 20 del pasado siglo los primeros aviones capaces de realizar rutas transoceánicas eran casi siempre hidroaviones, durante estos vuelos los pilotos descubrieron que volando a muy baja altura cuando el mar estaba tranquilo se ahorraba combustible debido a un fenómeno denominado "efecto suelo". Este fenómeno fue aplicado por ingenieros soviéticos tras la II GM para desarrollar los "ekranoplanos", un híbrido entre barco y avión capaz de desplazarse casi rozando la superficie a gran velocidad (para el "monstruo del Caspio" era de 600Km/h a 3 metros de altura), este aparato permitía llevar en su interior blindados y tropas por mares interiores y llevaba seis grandes misiles antibuque para una posible aplicación en tareas de defensa contra las Task Force de EE.UU. Tras la caida de la URSS el desarrollo de estos aparatos se detuvo, aunque hubo proyectos en EE.UU. para su aplicación civil como el "Pelican" de Boeing, capaz de transportar 1.600 toneladas, no se llegaron a construir nunca.